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¡Evangelizadores de tiempo completo!
26/04/2024

Evangelio: Mt 5,13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa. Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.  Palabra del Señor.  Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración introductoria:
Dios mío, en esta oración quiero llenarme de tu luz, de tu gracia, de tu verdad y de tu amor. Ilumíname para que pueda llevar a los hombres, mis hermanos, la luz de tu evangelio.

Petición:
Señor, te pido perdón por todas las veces que me he cerrado a tu gracia, por las ocasiones que no he seguido tus criterios, por los momentos en los que no he dejado entrar tu luz a mi conciencia. Perdóname Señor y ayúdame a comenzar de nuevo.

Meditación:
Es emocionante leer la página del Evangelio. En ella vemos a Jesús motivando a sus apóstoles. Explicándoles la grandeza de la misión. Dándoles a conocer la tarea a la que han sido llamados. Metámonos en la escena. Pongámonos espiritualmente al lado de alguno de los discípulos, tal vez junto a Pedro o a Juan. ¿Qué sentirían esos hombres, que eran gente sencilla, cuando escuchaban de labios del Maestro que su vocación era la de ser sal de la tierra y luz del mundo? Ahora apliquémonos ese mensaje a nosotros. Nuestro cometido como cristianos es también grande y apasionante. Por nuestro bautismo compartimos la misión de los apóstoles a ser testigos de Cristo. Esto debe significar por un lado, dejar que la verdad del Evangelio impregne nuestro modo de ver, pensar y actuar; y por otra parte, no tener miedo de anunciar a Cristo a las personas de nuestro trabajo, escuela o ambiente. Pero sólo podemos ser testigos de Cristo si nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. ¡Él es el agente de la evangelización! ¿Estamos convencidos de que lo más grande que podemos hacer con nuestras vidas es compartir con los demás el tesoro precioso de la fe?

Reflexión apostólica:
Nuestro cometido como cristianos es grande y apasionante. Por nuestro bautismo compartimos la misión de los apóstoles a ser testigos de Cristo. Esto debe significar por un lado, dejar que la verdad del Evangelio impregne nuestro modo de ver, pensar y actuar; y por otra parte, no tener miedo de anunciar a Cristo a las personas de nuestro trabajo, escuela o ambiente.

Propósito:
Hablaré de Cristo a alguna persona que se encuentre alejada de Él.

Diálogo con Cristo:
Jesús, convénceme de que lo más grande que puedo hacer con mi vida es compartir con los demás el tesoro precioso de la fe. Ayúdame a guiarme en todo por el Espíritu Santo, porque Él es el verdadero agente de la evangelización.

«Todos los cristianos somos apóstoles, responsables de la evangelización del mundo. Pero, naturalmente, somos responsables, ante todo, de la transmisión de la fe entre aquellos que nos son más cercanos»